Dos cuadernos de Preludios (12 +12)
Hay una tradición en la música clásica (o música histórica, porque abarca más que el solo clasicismo o rococó); existe un reto que consiste en componer preludios que guarden coherencia entre sí. En todas las tonalidades, por quintas justas, por terceras (como intenté yo esta vez).
Un preludio comenzó siendo una improvisación (previa al juego). Después se independizó como pieza con su entidad propia.
De esos experimentos salen ganadores y perdedores. Yo diría que el amor platónico de nosotros pianistas es el genio de Chopin, quitando el mérito incomparable de añadir una fuga a cada preludio (logro en el que resultan insuperables Bach -padre de la música del futuro… y Shostakovich -héroe de la resistencia; pero no Czerny, alumno devoto de Beethoven, tal vez engullido por el torbellino creador de su maestro).
Después vino la sinceridad de un Rachmaninoff, la belleza de un Scriabin… la intangibilidad de Debussy.. y la irrelevancia de aquel César Cui (que tan mal se portó con Rachmaninoff destrozando la memoria de su sinfonía primera).
Yo he procurado durante este verano el realizar mi aportación.
Me gustaría ofrecer un primer cuaderno a Beatriz González Díez, porque me descubrió de una manera trepidante cómo mis propias tocatas podían ser interpretadas como el rayo purificador, y una tras otra sin agotamiento (topando ella además con una errata que se me había escapado durante quince años).
Y sólo desearía que fuese Eduardo Moreno González quien aceptase mi segundo libro. Por cómo logra con su técnica sobrehumana ese sonido tan irreal y trastornador. Tan, tan mágico.
Ambos ciclos que me atrevo a presentar están unidos por referencias cruzadas. En realidad regresan a los puntos desde los que parten.
Yo no creo que alcancen jamás la altura de Scriabin (Chopin queda descartado, es el ideal que no se puede atisbar).
Pero sí creo que, el desafío de haberlos parido, me ayudará a mejorar mi forma de consignar estos códigos emocionales misteriosos y que tocan botones dentro de nuestro ser. Y que nos transforman, y que llamamos música.
Con toda mi alma. Gracias a vosotros.